sábado, 10 de agosto de 2013

Patrones Destructivos

¿Cómo ponerle  fin a patrones destructivos en la relación matrimonial? uno muy común: es tratar de “arreglar” a un ser querido con la excusa de amarlo. Pero generalmente nuestros esfuerzos por salvar a las personas que amamos muchas veces agravan el problema.
Saber cómo  manejar las relaciones enfermizas no es suficiente; pero  si es importante  identificar señales que indican que estamos inmersos en una relación enfermiza para luego  hacer un cambio radical.
Si seguimos con estos tipos de conducta, nos quedaremos atrapados en  este tipo de relación enfermiza al   tolerar el abuso y el maltrato, a las amenazas o al caos, guardar secretos y excusar a la otra persona que nos daña en todos los aspectos, mentirse a sí mismo o mentir a los demás para  justificar la mala conducta de la otra persona.
Generalmente la tendencia es justificar y errar los ojos a una conducta irresponsable de la pareja, permitiendo que se convierta en una adicción y dependiente, o cae en el extremo de sacrificarse una y otra vez para ocultar los errores de nuestro ser querido.
También en este tipo de relación enfermiza es fácil  caer en una conducta complaciente al ceder a las exigencias de la otra persona al manifestar una conducta  violenta, complacer los caprichos de esa persona insensible y egoísta, o aceptar la culpa por algo que usted nunca hizo son señales inequívoca  que usted  está involucrada  en este tipo de relación enfermiza.
El punto decisivo en una relación enfermiza comienza cuando la persona se da cuenta de que está cansada del trato que recibe, y es capaz de decir: “Te amo, pero ya no puedo más seguir haciendo las cosas de esta manera. Algo tiene que cambiar”.
Como cristianos, queremos  y debemos practicar el amor incondicional. Pero ¿cómo podemos hacerlo sin facilitar o perpetuar el abuso de nuestro cónyuge? Poner la otra mejilla no significa tolerar que abusen de uno. La conducta de otras personas no es responsabilidad nuestra. A veces, amar significa Decir que no, y establecer límites que honren lo que es santo y bueno, permite que una relación sane. Sin embargo, muchas veces el temor nos paraliza, al pensar en las consecuencias que sufrirá la otra persona: bancarrota, resentimiento, o incluso suicidio.
No estoy diciendo que debemos ser desconsiderados; pero tenemos que dejar en las manos del Señor a las personas que amamos, en vez de seguir tratando de arreglarles la vida, manejar sus asuntos, o rescatarlas.

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