martes, 14 de septiembre de 2010

TODO ES PARA BIEN.

La nación de Israel es un pueblo surgido de una promesa, realizada su primer patriarca Abraham y generaciones siguientes, en el tiempo de Dios se cumplió, mientras ellos atravesaban tiempos cruciales en su existencia.

Cuando una promesa no tiene mucho sentido para un hombre corriente y una población esclava en país pagano. Confiar requiere de valor, mucha fe para la obediencia total.

Con la salida de los hijos de Jacob de Egipto ocurrida en la segunda mitad del siglo XIII a.C. Dios durante 40 años los guio en el desierto de Sinaí, grande, espantoso, con serpientes ardientes, escorpiones, sin agua, donde fueron afligidos, probados, transformados en 12 tribus, origen de Israel como nación.

Al transcurrir los años la tierra fue conquistada y entregada al pueblo hebreo con derechos, pero con la condición: “ ser luz a las naciones”, por medio de una ley o pacto, que los obligaba a luchar consigo mismo y el ambiente que les rodeaba.

La biblia relata la historia de Israel, demuestra claramente que Dios cumple lo que promete a los suyos, igualmente como cristianos pasamos momentos de aflicción y pruebas difíciles, para finalmente ver la gloria y las bendiciones que ha guardado.

El apóstol Pablo recuerda que:”Todo esto les sucedió a nuestros antepasados como un ejemplo para nosotros, y fue puesto en las Escrituras como una advertencia para los que vivimos en estos tiempos últimos” (1 de Co.10:11)

Entonces afrontemos los momentos de aflicción y pruebas como hijos de Dios en obediencia, fe en sus promesas, esperando el cumplimiento de su tiempo porque todo es para bien.

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